El pelo bailando, desde el nacimiento de mi frente, esparciéndose por mi rostro, nublandome la vista en momentos.
Voy subiendo, el viento trae el ruido de las percusiones, el cerro esta envuelto en una especie de cuento onírico casi imperturbable con la llegada del otoño.
Mis pasos se dirigen hacia la cima, sabiendo ya que no la alcanzare, pues mi finalidad es otra. Hoy solo quiero abrazar las orillas de esta montaña, impregnarme del olor de tierra mojada, de los colores tan iluminados de las hojas.
Ramas desnudas que bailan sobre mi cabeza, dibujando con sus formas, lineas que cortan el cielo en pedazos destructurados.
A esta hora, me pregunto donde quedo ese trozo de mi vida, a esta hora en que me disparas con tu recuerdo. Siento como penetra mi carne tu puntudo pensamiento, cortando la visión de mi paseo entre los arboles.
Me disparas con tu recuerdo, me disparas con tus palabras, me disparas con tu ausencia.
Me disparas
Solo me queda aferrarme al amarillo de las hojas, al azul del cielo y el sonido del viento.
Mi pelo ya quieto, pero mi corazón agitado esta vez me nubla la vista.
Todo se vuelve blanco, todo se vuelve negro.
Y no logro emitir un solo sonido.
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